jueves, 27 de febrero de 2014

¿Cuánto le cuesta a Dios hacer un milagro para ti?

Hoy exprimiendo unas flacas y raquíticas naranjas, con la intención de sacar un poco de jugo a petición de mi esposa, recordé un milagro que sucedió hace algún tiempo atrás, mientras era pastor de una modesta iglesia en la ciudad capital.

Un hermano de nuestra congregación, me llevo a conocer su hermosa finca, apostada a las riveras del enorme lago Gatún, que  abaste de aguas al canal de panamá.

Su finca no solo tenía en su parte trasera una hermosa vista y acceso directo al lago, sino que toda ella estaba sembrada de naranjos, cientos de palos de naranja.  Pero había un problema, su padre quien sembró los árboles, con la intención de hacerlos producir naranjas injertadas, estos daban cada año naranjas agrias.

Yo recorrí toda la finca; como a mí me gustan las naranjas agrias, para hacer refrescos, lleve para mi casa todas las que pude, pero antes de retirarme, ore por mi hermano y su propiedad.

Al año siguientes, esos árboles que solo sabían dar naranjas agrias, empezaron a producir las más ricas y jugosas naranjas que alguien haya probado jamás, y aun hoy siguen produciendo naranjas dulces y jugosas.

¿Qué le cuesta a Dios hacer un milagro para ti? Nada. Solo vasta creer y el hará el milagro.

Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” Romanos 9:16

viernes, 21 de febrero de 2014

EL PERDON

EL PERDON

¿Sabe usted que es el perdón?

No estoy hablando del perdón que uno dice cuando se topa con otro y se lo lleva por delante, ni tampoco me refiero a la voz tierna de un niñito que dice “perdón” a su tía cuando intenta ser cortes.

 Me refiero al perdón que es mucho, mucho más importante, el perdón que Copérnico menciona en su epitafio.

Copérnico es uno de esos seres luminosos que hace su paso por la historia, por allá por los 1500 este hombre hizo brillar su luz en los horizontes de Polonia y de Italia, con sus ideas avanzada de los cuerpos celestes. El creía que el centro de las cosas era el sol e ves de la tierra, la teoría heliocéntrica en vez de la geocéntrica.

 Copérnico vio su obra máxima publicad en su lecho de muerte, se titulaba  la “revolución de los cuerpos celestes.” Copérnico ha de a ver dicho más de una palabra dura a su ayudante o a  su amigo, pero eso no le preocupo a la hora de morir. Él se miró a sí mismo y se vio como un hombre pecador a quien en contados minutos se debía de enfrentar ante el juez de los cielos y esta preocupación  las plasmo en sus últimas palabras y que se encuentran clavadas en su tumba. “No busco la misericordia otorgado al apóstol Pedro, ni  tampoco pida la gracia concedida al apóstol Pablo, pero si oh Dios, el perdón que tú distes al malhechor crucificado, eso es lo que anhelo con todo fervor”.


Estoy seguro que Dios le otorgo el perdón que Copérnico, quien tan ansiosamente lo anhelaba, ´porque Dios siempre concede perdón a quien genuinamente lo desea. Necesitas tú ese perdón de Dios, pídelo  hoy mismo.